Me he dado por vencida. No me entero de nada.
Últimamente, he tratado de informarme sobre el estado actual del mercado de las semillas en el mundo. De entrada, parto de que las transgénicas son malas. Es simple golpe de intuición. ¿Y por qué son malas? Porque todos alguna vez hemos recibido informaciones esporádicas de que así es y porque la manipulación de la naturaleza siempre nos vino grande (a las pruebas me remito). Los ecologistas dicen que son malas, y las multinacionales explotadoras que buenas. Con el recorrido que llevamos no hay duda de por dónde van los tiros.
Pero hay tanta información inconexa que es imposible ordenar un patrón:
– Agricultores indios se suicidan en masa
– Las semillas transgénicas producen frutos estériles
– Las mutaciones podrían no ser estables
– Las multinacionales presionan a los gobiernos
– Las instituciones crean estándares permisivos
– Los certificados ecológicos impiden la utilización de transgénicos (por algo será)
– Francia es la mayor detractora de las semillas transgénicas
– Francia es el primer país que autoriza ciertas semillas transgénicas
– ¿???
Sobre cualquier otro tema, uno piensa que metiéndose en internet va a encontrar información suficiente como para hacerse una idea general del tema. En este caso no.
Los conceptos básicos, muy básicos, los tengo claro, pero después no he visto campo sobre el que haya mayor oscurantismo, intereses creados y desinformación como en éste. Y todo tratándose de un elemento tan básico, tan ligado a la supervivencia de la humanidad, como son las semillas de la comida que nos sustenta. Ya sé que es un tema sobre el que no tengo formación ni experiencia previas, pero lo dicho, me rindo.
Alguien, sin embargo, debería cuidar no sólo de vigilarlo, sino de informar de manera clara a la población de temas, que aunque en principio no les importen, les afectan de manera importante.
¿De dónde viene la comida? No vale sólo “Piña, Costa Rica” (por cierto, en Costa Rica apenas hay variedad de frutas en los mercados, son todas para la exportación mientras parte de la población está desnutrida-). Piña, ¿de dónde, cómo? ¿Y la harina de los bollicaos?, ¿y el maíz de los cereales?, ¿y la fruta del yogur?
No entremos en la carne, que es tema aparte y peor.
Cómo y dónde, ¿son sanos?, ¿son transgénicos?; bueno, y ya llamadme ilusa, ¿en qué condiciones laborales estaban los trabajadores que recolectaron esa comida?
Ni idea, ¿verdad?
Pero es que aunque os queráis enterar nunca lo lograréis, ni eso ni saber quién mueve el cotarro exactamente, o cuántos millones se manejan. Parte del motivo es que lo hacen en países en desarrollo con nula transparencia.
Nestlé, Monsanto, ellos se lo guisan, nosotros nos lo comemos, a ciegas.
10 comentarios
Comments feed for this article
14 febrero 2009 a 11:48 pm
malayerba
El año pasado me regalé «Obesos y famélicos» de Raj Pattel, precisamente sobre este tema.Tremendo.
Por cierto, me ha parecido brillante tu última frase.
15 febrero 2009 a 5:45 am
Iwi
Gracias, Mala.
A ver si me lo leo también. es posible que caiga. No sé por qué, pero quitando la poesía de tarde en tarde, últimamente me entran mucho mejor los ensayos que la literatura de ficción, cuando antes no era así.
Lo que está claro es que el mundo produce suficientes alimentos para toda la población. Algo debemos estar haciendo muy mal, el reparto no funciona. Además, para producir todos esos alimentos y demás bienes, no son necesarios todos los habitantes. Ése es otro tema, también habría que repartir el trabajo de manera equitativa. El asunto en sí mismo no sería negativo, si supiéramos organizarlo bien. Significa que mucha población se podría dedicar a trabajos aparentemente no productivos (¿investigación?, ¿arte?), además de trabajar todos menos. (Es tan bonito). En realidad es lógico, históricamente, especialmente en otras culturas, nunca se trabajó tanto como después de la Revolución Industrial. El resto de la humanidad no tiene culpa de las costumbres maníacas de los anglosajones puritanos. A ver si la cosa se fuera ajustando poco a poco, o nos vamos todos a la mierda, que es lo más probable. Ya se irá viendo.
(uy, se me va, se me va…).
15 febrero 2009 a 9:43 pm
Nika
Vaya, justo estaba viendo un documental sobre el tema:
http://video.google.es/videoplay?docid=-5363220955116883053&ei=LTGXSY2XGp-QiQKB-9DICw&hl=es
Se titula «We feed the world» y no sé si te resolverá todas tus dudas pero estoy segura de que algunas de ellas sí… sobre todo en lo que al reparto se refiere. Está claro que los intereses ecónomicos siempre andan detrás de todo pero es alucinante ver hasta qué punto.
Y en cuanto a las semillas, en el documental comentan que las semillas transgénicas (híbridas creo que las llaman) cuestan mucho más a la hora de producir berenjenas (que es el ejemplo que ponen) pero la calidad de las semillas orgánicas es mucho mejor y aunque el aspecto de la berenjena es menos agradable (ya sabes que comemos con la vista) el sabor es mucho mejor que el de la transgénica, que sin embargo aparece casi perfecta.
Enseñan ejemplos que te abren un poco los ojos sobre lo que comemos y quién quiere que sea eso lo que comamos y no otra cosa.
Prefiero que lo veas por ti misma.
15 febrero 2009 a 9:51 pm
Iwi
Pues muchas gracias, Nika! La verdad que mejor, porque estaba harta ya de leer aquí y allá sin ningún orden. Más relajado así 😉
16 febrero 2009 a 9:09 pm
Nika
Y entonces ¿qué te pareció? 😀
16 febrero 2009 a 10:56 pm
Iwi
Todavía no la he visto entera, ¡se me acabó el fin de semana!, a ver si encuentro un ratito 🙂
23 febrero 2009 a 1:00 pm
C.Martín
Uf, yo también estoy perdida en este asunto: somos lo que comemos, pero ¿realmente sabemos lo que comemos? Y además es algo que lo hacemos todos los días.
Y para más abundamiento-confusión:
http://lepisma.liblit.com/2009/02/03/marie-monique-robin-el-mundo-segun-monsanto/
un beso
25 febrero 2009 a 10:43 pm
Iwi
Artículo reciente, ya que está abierto el tema:
http://rebelion.org/noticia.php?id=81305.
15 marzo 2009 a 4:32 am
lifestraveller
Mmmm…tema que despierta mucha controversia. En la carrera recopilé datos, leí una jartá e hice el correspondiente trabajo. El departamento de genética, por lo goneral estaba a favor de este tipo de técnicas, los de microbiología tenían sus dudas. Yo, tras informarme, digo que algunos de los peros que los ecologistas (por nombrar a algunos de los detractores) me parecen absurdos. Otras cosas las dejo en stand-by, puesto que aunque mi conocimiento dice una cosa, la realidad del laboratorio me dice otra. Pero en general, no es tanto como lo pintan, y más tal y como se diseñan este tipo de cosas (diferente de hace unos años). Ahora, lo que me parece una cerdada es que produzcan semillas estériles. Eso leí por qué era, no me acuerdo ahora mismo, pero vamos llevo manipulando plantas desde que empecé la tesis y ara nada eso es así, a no ser que te interese que sea así…
Algún día debería escribir sobre el tema, aunque como bien dices, es bien complejo y abarca numerosos temas, ya sea salud, ecología, economía, ética, etc…
24 abril 2009 a 12:39 am
lifestraveller
Por cierto, que una planta sea transgénica no implica per se que las semillas vayan a ser estériles. Sino menuda putada, todavía me quedarían eones para terminar la tesis 😛
No sé, en verdad, creo que los beneficios que se pueden obtener de este tipo de técnicas superan los posibles inconvenientes y teniendo en cuenta como tenemos este planeta (hecho unos zorros), la verdad es que estos no supondrían nada. De todas formas, los avances siempre causan reticencias y los medios de comunicación van a la carnaza y más que informar, desinforman. Mi instinto me dice que si durante miles de años se han hecho técnicas tradicionales de selección, esto no es mucho más diferente. Vamos, de todas maneras, desde hace varios años que comemos maíz transgénico y aquí no pasa ná. Pero en verdad me gustaría saber porque en Europa, por lo general, es mucho más cerrada a permitir este tipo de alimentos, cuando hoy por hoy ni se pasa por la cabeza no investigar en ello.